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En una amplia zona del Pacifico que hoy corresponde al Sur de Colombia, se estableció hace aproximadamente 2.500 años un pueblo cuyos orígenes no se han establecido del todo, pero cuya producción artística no ha dejado de maravillar a los investigadores. En Colombia siempre se le ha conocido como la Cultura Tumaco, por ser este el lugar de la región más importante por sus hallazgos arqueológicos (En Ecuador se les conoce como La Tolita).
La región que sirvió de escenario a esta antigua cultura se caracteriza por lo "laberíntico" de su topografía, que resulta de varios entrecruzamientos de innumerables afluentes de ríos que bajan de la Cordillera Occidental. La vegetación es selvática y exuberante, destacándose un árbol llamado Mangle, dándole su particular fisonomía al ambiente.
El clima es calido y húmedo, pero se suaviza considerablemente con las bocas de los ríos, lo que hace de estos puntos los más habitados por el hombre, debido a su amplitud y las brisas marinas refrescantes.
Muchas investigaciones afirman que la cultura surgió producto de varias inmigraciones del oriente, pues se considera que las figuras elaboradas en arcilla son típicamente orientales, aunque no descartan la influencia norteamericana en los últimos periodos de esta cultura.
Historia
El primer europeo en navegar en aguas cercanas a la Costa Pacifica colombiana y ecuatoriana fue Francisco Pizarro (1522), los cronistas que lo acompañaban se refieren en forma confusa y contradictoria a los habitantes de la zona, aunque algunas descripciones coinciden con los vestidos y adornos representados en las figuras de arcilla de Tumaco.
Aunque los datos históricos sobre esta cultura son escasos, se ha encontrado abundante material artístico hallado en forma dispersa a lo largo y ancho de la zona arqueológica, lo cual se constituye en uno de los más variados y completos documentales que haya dejado cultura prehispánica alguna.
Al valor de toda la herencia hay que sumarle el valor artístico, pues juzgando por la calidad estética y la perfecta elaboración de las esculturas de arcilla, se puede decir que la organización social de este pueblo estaba dispuesta de tal modo que dejaban solo a un grupo escogido entre los mejores artistas, dedicarse plenamente a esta labor.
La misma capacidad de observación que se evidencian en el moldeado de las figuras y rostros humanos, se aprecian también en la fauna y otros elementos de la naturaleza.
Las pequeñas esculturas de arcilla (menos de 30 cm de alto) se destacaban entre las muchas y valiosas manifestaciones del arte precolombino, por lo que muchos expertos consideran uno de los más hermosos y vivos testimonios de nuestra historia perdida.
Referencia Revista La Fragata
Titulo: El arte cerámico de Tumaco, Testimonio de una cultura desaparecida
Autor: Julio Orozco Vargas